(Gustavo Carpio C.)
Ella se me acerco, me dijo su nombre, la vi ingenua, como salida de una historia de amazonas.
Pura, salvaje, en estado natural, valiente; sin miedo a ver o ser vista. Real, como nadie más.
Yo indigno de su gracia me creía y la arrastré apropósito a través de la selva de concreto a la que estoy tan acostumbrado, maravillada e incauta se dejo llevar. Fijándose hasta en los detalles más pequeños ella me enseño con otros ojos mi propio mundo y decidí cambiar.
Sin malicia ella ve mi mundo, y nunca lo critica,más lo acepta innegable.
Cual benefactor la sumerjo en aprendizaje, mientras ella a su vez me empapa de su curiosa sapiencia.
Que ganas tengo de llenarme de ti.
De tu cristalina ternura e inocencia.
A tu centro me voy a dejar llevar.
Y en mi lecho de hojas secas la feroz flor dejara sus pétalos.
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